Disculpen el silencio de radio durante estas dos semanas, pero hemos estado muy ocupados con la mudanza y todo lo que ello involucra.
Por suerte, ya estamos mudados, y el sábado pasado nos trajeron el container con nuestros 90 bultos.
Todavía no tenemos internet en casa, así que tengan paciencia, que pronto les daremos más información, y les contaremos en detalle acerca del departamento.
El fin de semana pasado nos dedicamos a diversos temas administrativos (como por ejemplo todo lo relacionado con el auto) y a descansar. Sin embargo el domingo entrada la mañana se nos ocurrió que podíamos pasear por alguno de los mercados característicos de los pueblos franceses.
Encontramos en una página que había varias opciones de mercados por visitar, pero todos se caracterizaban por comenzar muy temprano en la mañana y cerrar cercano el mediodía. Como ya era tarde, optamos por el mercado del pueblo donde vivimos, Saint-Genis-Pouilly. El clima no ayudaba (lluvia y frío), por lo tanto cuando llegamos el mercado ya estaba levantado. Finalmente nos dirigimos a Thoiry, un pueblito a 20 minutos de bus de Saint-Genis-Pouilly. Allí encontramos también un mercado que estaba en sus últimas horas, pero logramos comprar unos de los mejores quesos que probamos en nuestras vidas. Paseamos un poquito y queremos compartir las fotos con ustedes.
Cuando volvimos a Saint-Genis-Poully, el tráfico estaba cortado. Se debía a un desfile que no supimos bien a qué se debía. Todo el pueblo estaba contento en la calle acompañando el desfile, pueden verlo en las fotos. Sin embargo, cuando ya estábamos llegando al hotel, un grupo de hombres fornidos se agarraron a las piñas!!!. Increíble, totalmente desubicado el lugar y la hora elegidos para una pelea callejera. No duró mucho el incidente, pero fue bastante colorido dadas las circunstancias, la verdad que los franceses son muy raros...
Antes que se alineen los astros y logremos firmar un contrato de alquiler en esta ciudad, no quería dejar de contarles algunas vicisitudes que tuvimos con las inmobiliarias llamadas cariñosamente "régies".
Dicho por varios compañeros de trabajo míos y de Leandro, este rubro parece ser parte de un mundo extrapolado de la economía suiza. Con sólo un mes en el país, vemos que todo está pensado para que uno disponga de infinidad de comodidades diseñadas para lograr una vida más fácil. Piensen en los buses extremadamente puntuales, los trenes silenciosos, el correo que funciona en estrictos tiempos preestipulados, los bancos y su sistema de home banking (ESO merece un post aparte...), cadenas de supermercados con muchísimas sucursales, etc., etc., etc.
Pese a toda la mala sangre que me hice, tengo que admitir que las régies son algo que admirar. Lograron un sistema perfecto en el cual las partes más importantes en un alquiler (el dueño del departamento y la inmobiliaria) no hacen absolutamente nada.
Voy a ilustrarles la situación con algunos ejemplos:
a) Supongamos que uno quiere conocer opciones para alquilar un departamento y se molesta en ir hasta la inmobiliaria (lunes a viernes de 9:30 a 12:00 y de 13:30 a 16:00, más no trabajan). Allí es atendido por una persona que no habla otro idioma diferente al francés y lo manda a un puesto con una PC para buscar opciones disponibles argumentando estar muy ocupada.
b) Supongamos que uno ya vio por internet un departamento de su agrado y llama al teléfono que figura en el aviso. En la mayoría de los casos ese teléfono es del antiguo inquilino o del encargado del edificio, y debe coordinar con él una cita para ver el departamento. El inquilino o el encargado es el que muestra el departamento al nuevo interesado, con la mejor voluntad de hablar inglés, portugués, español, francés, lo que sea.
c) Supongamos que a uno le interesó el departamento luego de verlo. En esos casos hay que llamar a la régie (obviamente hablando en francés) para informarlo. Ellos mandan por fax un formulario con 10000 datos que completar y el pedido de otros 10000 formularios extras que adjuntar: recibos de sueldo, certificados de no deudas, permisos de trabajo, contratos de trabajo y hasta algunos piden un garante suizo. Toda esta información uno la envía por fax o la tiene que llevar personalmente para que ellos verifiquen los originales (en su conveniente horario de atención).
d) Luego del punto c) el pretendiente inquilino tiene que esperar el tiempo que la régie disponga, pegado al teléfono como una colegiala con primer novio. En este tiempo el dueño analiza los antecedentes de la persona que quiere alquilar y dictamina sin ninguna razón un sí o un no.
e) Si antes de recibir una respuesta el pretendiente inquilino encuentra otro departamento y anula el pedido inicial, tiene que abonar una suma que ronda en los 200 francos suizos (200 dólares), por el solo hecho de haberle abierto un "dossier".
Nosotros recibimos un rechazo de pedido de alquiler en un mensaje de texto!!!, la verdad que fue muy feo. No obstante, me dijeron que el aviso en caso de negarte el departamento es un gesto muy noble y poco usual de las régies.
Obviamente cada persona con la que hablamos tiene un diferente mito urbano sobre las causas de rechazo: tenés contrato de trabajo por un año, son sólo dos personas y un departamento de más de un dormitorio no se lo dan a un matrimonio sin hijos, son argentinos (esa la pensamos nosotros, ningún compañero de trabajo nos lo dijo!), están hace muy poco tiempo en el país, y todo lo que les ocurra porque a fin de cuentas nunca lo sabrás!
En fin, no quería dejar de compartir con ustedes una de las pocas frustraciones (por suerte son pocas!) que viví en este país. También tengan en cuenta que gran parte de esto lo pasé solita con Leandro trabajando fuera de Ginebra y resignando la ayuda de la genia de mi suegra. Ella nos ayudó un montón al principio pero se tuvo que volver a su casa en Roma (Silvi volvé!!!).
Hoy nos contactaron de una de las n inmobiliarias con quienes hemos tratado, para comunicarnos que aceptaron nuestra solicitud de alquiler, demostrando así que, de hecho, sí es posible lograr alquilar.
El único problema con el departamento es que yo no lo conozco aún; yo estaba trabajando en Martigny cuando Sol lo fue a ver. Sí pude pasar a verlo por afuera, y está en un barrio lindo y tranquilo en los suburbios de Ginebra (Meyrin). El departamento tiene dos dormitorios, balcón y (el punto saliente) jardín privado.
Así y todo, según Sol, otro que vimos los dos muy cerca de ahí sería mejor; es más grande, está en un área más verde aún, y está a 50 metros de un centro comercial con supermercado (muy conveniente). Lo único malo es que requiere de pintura en el baño, y no sé si la inmobiliaria se encargará de eso antes de alquilarlo.
En conclusión, la inmobiliaria del primer departamento quiere que vayamos el lunes a firmar, y la del segundo nos debe una respuesta mañana. Manténganse en sintonía para ver qué sucede...
Si todo sale bien, a fines de junio tenemos auto nuevo.
Se trata de un Honda Jazz que, según me comentan, se conoce en Argentina como Honda Fit. El color es un gris azulado oscuro metalizado (no como el de la foto).
Auto nuevo por primera vez en la vida... ¿Qué les parece?
El sábado 24 de mayo tuve la oportunidad interesante de conocer a un pariente lejano mío en persona. Se trata de Roman Gailevich (conmigo en la foto), con quien vengo intercambiando emails desde hace algunos años, y es lejano tanto en parentesco como en geografía.
Para entender nuestro parentesco, primero cabe mencionar que Polonia tiene una larga y triste historia de invasión, subyugación, repartición y corrimiento de fronteras. Tanto así que mi abuelo materno, Waldemar, nació en un pueblo polaco llamado Soczniow, que hoy se encuentra dentro de los límites de Bielorrusia. La madre de mi abuelo, mi bisabuela Marja Rusiecka, tenía dos hermanas: Jozefa y Emilia. Marja emigró a la Argentina en 1931, junto a mi abuelo que en aquel entonces tenía 3 años. Jozefa y Emilia permanecieron en Europa oriental, mientras la Unión Soviética corría la frontera entre Polonia y Bielorrusia hacia el oeste, dejándolas a ellas adentro del vasto imperio comunista. Jozefa se casó con Vatslav Gailevich, de origen bielorruso, se mudaron a Minsk (la capital) y tuvieron 3 hijos, de los cuales uno es padre de Roman. En conclusión, mi abuelo materno y el padre de Roman eran primos hermanos, Roman y sus hermanos son primos segundos de mi madre y mi tío, y yo soy primo tercero de las hijas de Roman.
Roman hace muchos años que trabaja en UNAIDS, el programa de las Naciones Unidas dedicado al SIDA, y casualmente vivió en Ginebra durante cinco años. En marzo del año pasado, mucho antes de que Sol y yo sospechásemos que terminaríamos acá, UNAIDS lo mudó a Moscú. Hacía varios meses que no me comunicaba con él, y él ni sabía que yo estaba mudándome a Ginebra. Se me ocurrió escribirle para avisarle, y dio la casualidad de que él se encontraba en Ginebra por unos días para una reunión de trabajo. Las casualidades no cesan ahí: el organismo donde trabaja Sol, el ICC, depende de la Organización Mundial de la Salud, al igual que el UNAIDS, y Roman estaba en Ginebra por una capacitación de un sistema que está hosteado y administrado por el ICC.
También puedo trazar paralelismos en el carácter itinerante de la sangre eslava que Roman y yo compartimos. Nuestros antepasados en común, por una mezcla de deseo y necesidad, tuvieron que buscar mejor vida lejos de sus puntos de origen. Curiosamente, la generación que les siguió (mis abuelos y los padres de Roman) vivieron vidas más bien estáticas, los unos en la zona sur de Buenos Aires, los otros en Minsk. La generación siguiente en ambos casos fue, otra vez, viajera, mis padres viviendo en Argentina, Estados Unidos, Panamá e Italia, y Roman y su familia en Minsk, Ginebra y Moscú (y sus veranos adolescentes en Polonia, según contaba).
Yo sigo la tradición de mis padres, en parte por acompañarlos de chico a Estados Unidos, viajar por trabajo a diversas partes del Nuevo Mundo, y ahora más próximo tanto a los orígenes europeos como a su ubicación actual en Roma.
¿Habrá algo de genética en esta veta viajante, o será sólo producto de circunstancias del entorno de cada uno? Veamos vuestras opiniones en los comentarios.
