domingo, 1 de junio de 2008

Raíces

Roman y yo

El sábado 24 de mayo tuve la oportunidad interesante de conocer a un pariente lejano mío en persona. Se trata de Roman Gailevich (conmigo en la foto), con quien vengo intercambiando emails desde hace algunos años, y es lejano tanto en parentesco como en geografía.

Para entender nuestro parentesco, primero cabe mencionar que Polonia tiene una larga y triste historia de invasión, subyugación, repartición y corrimiento de fronteras. Tanto así que mi abuelo materno, Waldemar, nació en un pueblo polaco llamado Soczniow, que hoy se encuentra dentro de los límites de Bielorrusia. La madre de mi abuelo, mi bisabuela Marja Rusiecka, tenía dos hermanas: Jozefa y Emilia. Marja emigró a la Argentina en 1931, junto a mi abuelo que en aquel entonces tenía 3 años. Jozefa y Emilia permanecieron en Europa oriental, mientras la Unión Soviética corría la frontera entre Polonia y Bielorrusia hacia el oeste, dejándolas a ellas adentro del vasto imperio comunista. Jozefa se casó con Vatslav Gailevich, de origen bielorruso, se mudaron a Minsk (la capital) y tuvieron 3 hijos, de los cuales uno es padre de Roman. En conclusión, mi abuelo materno y el padre de Roman eran primos hermanos, Roman y sus hermanos son primos segundos de mi madre y mi tío, y yo soy primo tercero de las hijas de Roman.

Roman hace muchos años que trabaja en UNAIDS, el programa de las Naciones Unidas dedicado al SIDA, y casualmente vivió en Ginebra durante cinco años. En marzo del año pasado, mucho antes de que Sol y yo sospechásemos que terminaríamos acá, UNAIDS lo mudó a Moscú. Hacía varios meses que no me comunicaba con él, y él ni sabía que yo estaba mudándome a Ginebra. Se me ocurrió escribirle para avisarle, y dio la casualidad de que él se encontraba en Ginebra por unos días para una reunión de trabajo. Las casualidades no cesan ahí: el organismo donde trabaja Sol, el ICC, depende de la Organización Mundial de la Salud, al igual que el UNAIDS, y Roman estaba en Ginebra por una capacitación de un sistema que está hosteado y administrado por el ICC.

También puedo trazar paralelismos en el carácter itinerante de la sangre eslava que Roman y yo compartimos. Nuestros antepasados en común, por una mezcla de deseo y necesidad, tuvieron que buscar mejor vida lejos de sus puntos de origen. Curiosamente, la generación que les siguió (mis abuelos y los padres de Roman) vivieron vidas más bien estáticas, los unos en la zona sur de Buenos Aires, los otros en Minsk. La generación siguiente en ambos casos fue, otra vez, viajera, mis padres viviendo en Argentina, Estados Unidos, Panamá e Italia, y Roman y su familia en Minsk, Ginebra y Moscú (y sus veranos adolescentes en Polonia, según contaba).

Yo sigo la tradición de mis padres, en parte por acompañarlos de chico a Estados Unidos, viajar por trabajo a diversas partes del Nuevo Mundo, y ahora más próximo tanto a los orígenes europeos como a su ubicación actual en Roma.

¿Habrá algo de genética en esta veta viajante, o será sólo producto de circunstancias del entorno de cada uno? Veamos vuestras opiniones en los comentarios.

4 comentarios:

il gatto di Palermo dijo...

mmm... para mi q en tu ADN debes tener algunas trazas, como descendiente directo.. del yeti !

(\__/)
(='-'=)
(")-(")

Leandro dijo...

Insto a cualquier persona en la vicinidad del autor del comentario anterior, que contacte a su familia con un pedido urgente de control de medicación.

Javier dijo...

es el de la derecha o izquierda??
Javier

Leandro dijo...

Qué guarango, Javier...